domingo, 16 de noviembre de 2014

Elegía para viola y piano de Glazunov

La viola no es habitual como instrumento solista. Su tesitura intermedia entre el violín y el violoncello puede haber contribuido a ello. No obstante, podemos encontrar algunas obras de indudable belleza para este instrumento, que le tenemos bastante olvidado. Y eso fue lo que me dijo Irene, habitual seguidora de este blog y con quien desde hace años comparto andanzas musicales. Como mañana es su cumpleaños, va dedicada esta entrada con una propuesta para su instrumento, la viola.

Elegía, de Bouguereau (1899).
Colección particular.
FICHA TÉCNICA

Obra: Elegía para viola y piano en sol menor, op. 44.
Autor: Alexander Glazunov (San Petersburgo, 1865 - París, 1936).
Año de composición: 1893.
Publicación: 1894, en Leipzig. No he podido encontrar datos del estreno.
Duración: 6 minutos, aprox.
Discografía propuesta: Nobuko Imai (viola), Roland Pöntinen (piano), 1987 (BIS).











EL ÚLTIMO NACIONALISTA RUSO

Alexander Glazunov nació en el seno de una familia acomodada. Su padre era editor, brindando a su hijo una educación musical. Con catorce años, Mili Balakirev se fijó en él por su extraordinario oído y memoria musical y Rimski-Korsakov le admitió como alumno. Tanto Balakirev como Korsakov eran miembros destacados del movimiento artístico que hoy denominamos escuela nacionalista rusa. Este movimiento, iniciado por Mijaíl Glinka, pretendía llevar a la música culta las raíces populares rusas en lugar de absorver los modelos europeos imperantes. En cambio, el compositor ruso más famoso, Tchaikovsky, no se insertó en esta corriente estilística, pues aunque utilizó melodías y ritmos populares, su construcción mira a los modelos europeos. De él ya escuchamos La Bella Durmiente.

El llamado "Grupo de los cinco" (no los de los libros de Enid Blyton)
fueron las más destacadas figuras del nacionalismo ruso. 
Dos de ellos fueron maestros de Glazunov.
Arriba, el conservatorio de San Petersburgo
en unaimagen de 1900. Debajo, fotografía
actual de su sala de cámara, con órgano.

Glazunov se empapó de esa formación y la llevaría muy a gala toda su vida. Ahora bien, Glinka había fallecido en 1857, y cuando el joven músico empezó su formación, los compositores nacionalistas más destacados estaban en su madurez. Esto le permitió conseguir cierto prestigio en su juventud, estrenando una serie de obras con éxito y viajar por Europa. Franz Liszt, ya anciano, se fijó en sus trabajos y promovió al joven compositor. Completó obras inacabadas hoy famosas de otros nacionalistas, como la ópera El Príncipe Igor de Borodín y compuso la música que Rusia iba a llevar a la Exposición Universal de París de 1889.

En 1899 se convirtió en profesor del Conservatorio de San Petersburgo y sustituyó como Director a su maestro, Rimsky-Korsakov, de 1905 a 1917. Recibió el Doctorado Honoris Causa por Oxford y Cambridge en 1907.

CAMBIO DE SIGLO, CAMBIO DE RÉGIMEN, CAMBIO DE ESTILO

Glazunov, por Iliá Repin (1887).
Museo Ruso (San Petersburgo).
Con la Revolución Rusa cambian las cosas. En todos los aspectos. El régimen marca un estilo artístico bastante alejado de la dulzonería romántica de los nacionalistas y el siglo XX, de forma natural, marca también distancia en este sentido. Compositores de la URSS, tanto afines al régimen como Shostakovich (discípulo de nuestro compositor) o Kabalevsky, indiferentes a él como Prokofiev, o contrarios como Stravinsky y Rachmaninov, tranformarán, cada uno a su estilo, la música rusa, desde el más radical Stravinsky con el serialismo al postromántico y fílmico Rachmaninov.

En cambio, Glazunov se mantiene firme en un estilo romántico nacionalista con influencias europeas. Esto hará que su actividad artística se estanque, si bien la URSS reconoció sus méritos condecorándole con la más alta distinción artística, Artista del Pueblo, en 1922.. Seis años más tarde, en 1928, se conmemora en Viena el centenario de la muerte de Schubert. Nuestro compositor forma parte de la delegación que se envía a los actos y no regresará. Se casará, viajará por Europa y Estados Unidos y acabará instalándose en París. En los últimos años verá sufrir en París la misma indiferencia que en la URSS, en este caso debido al auge de los impresionistas y otras vanguardias.

GLAZUNOV HOY

Con su muerte, nuestro compositor sufrió un olvido importante. No era interpretado en las salas de conciertos ni grabado, salgo alguna excepción. La mayoría de los nacionalistas rusos sufrieron la misma suerte a excepción de obras concretas.

En los últimos veinticino años ha habido cierta recuperación de Glazunov. De sus ochos sinfonías es posible escuchar alguna en salas de concierto y encontrar grabaciones del ciclo completo. Su Concierto para violín es una obra apreciada por sus bellas melodías perfectamente estructuradas en lo formal. Y la Elegía para viola y piano está en los planes de estudio para viola de los Conservatorios.

LA VIOLA COMO INSTRUMENTO SOLISTA

Violín y viola. El color es una cuestión
del luthier que elabora el instrumento.
La  viola, instrumento algo mayo que el violín y más ancho pero de similar técnica, se sitúa en una tesitura intermedia entre el violín y el violoncello, aunque más próxima al primero. Su papel en la orquesta sinfónica es dar profundidad a la armonía en la sección de cuerda, cubriendo un vacío intermedio que, de otra manera, nos permitiría escuchar una orquesta como si de un rudimentario equipo de música con agudos y graves se tratase y no con una gama sonora que se va desplegando de lo más grave a lo más agudo.

En el plano solista, la viola posee un repertorio más reducido que el de violín y violoncello, y además, menos conocido. Probablemente se deba a que la finalidad de los conciertos con instrumento solista era potenciar el virtuosismo, virtuosismo que, en el caso de la tesitura y técnica de una viola, estaba cubierto sobredamente con el violín. Violín que además tiene un registro más agudo y, por tanto, permite un lucimiento añadido (los agudos siempre han sido un mecanismo fácil de lucimiento, el ejemplo más claro es el de los cantantes). 

¿Dónde está el sitio de la viola? En su sonido más oscuro y carnoso, ideal para los registros medios y graves en obras de gran expresividad. Paganini, gran virtuoso del violín, encargó a Héctor Berlioz una obra para viola solista, lo que nos permite deducir que él consideraba que existían posibilidades expresivas de la viola que un violín no cubría. La obra fue Harold en Italia, actualmente la obra más famosa para viola solista.

Viola y violín se dan la mano en la Sinfonía concertante para violín y viola de Mozart. La sinfonía concertante es un género a medio camino entre la sinfonía y el concierto que no cuajó, principalmente porque los conciertos compuestos a lo largo del siglo XIX van aumentando de dimensiones y protagonismo orquestal, con lo que el objetivo que pretendía este género acabó consiguiéndose.

LA ELEGÍA PARA VIOLA


Portada de la edición de 1894.
La obra de esta semana es de 1893. Glazunov se encontraba en la cima de su carrera, fallecidos algunos de los nacionalistas más destacados y otros en momento de ser apreciados como mitos de la música rusa.

El tema principal es un motivo nostálgico cantábile muy bello sobre un acompañamiento de piano que hace uso de frecuentes arpegiados, como si de un arpa se tratara. El desarrollo del tema presenta influencias del romanticismo francés en su elegancia y pasión contenidas. El protagonismo está concedido en exclusiva a la viola, limitándose el piano a acompañar y a completar en algún momento puntual el tema.

En el 2:26 se nos presenta un segundo tema ligeramente más diáfano y que nos permite apreciar el registro agudo del instrumento. Tras un desarrollo breve, reexpone el tema inicial, esta vez en el registro agudo (3:43), con suma elegancia y suavidad, como si a veces susurrara. El piano emplea también el registro agudo, ahora con más protagonismo. La música finaliza perdiéndose hasta ser un susurro.


ANÉCDOTAS

UN OÍDO MUY SENSIBLE

Glazunov no sólo defendió el estilo nacionalista ruso, sino que criticó las nuevas tendencias musicales. En 1916 se estrenó en San Petersburgo la suite Escita de Prokofiev. El compositor utilizó un colorido y una violencia primitivista para describir lo que pretendía representar, un universo pagano para un ballet de Diaghilev. Glazunov salió del teatro airado y tapándose los oídos.

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