domingo, 30 de noviembre de 2014

La Catedral Sumergida de Debussy

Claude Debussy, auténtico antisistema de la teoría musical, sus innovadores planteamientos estilísticos le llevaron a la creación del impresionismo. La Catedral Sumergida, uno de sus Preludios para piano, es una clara muestra de una música centrada en la creación de sensaciones a través de las posibilidades tímbricas. Una obra muy apropiada para el brumoso noviembre.

San Jorge Mayor en el crepúsculo, Claude Monet (1908-1912).
Museo y Galería Nacional de Cardiff.
 FICHA TÉCNICA

Obra: La Cathédrale Engloutie (La catedral sumergica), del Libro I de Preludios.
Autor: Claude Debussy (Saint-Germain-en-Laye, 1862 - París, 1917). Fue orquestado por Colin Matthews en 2001.
Año de composición: 1910.
Duración: 7 minutos, aprox.
Discografía propuesta: Krystian Zimerman (piano), 1994 (Deustche Grammophon). En versión para orquesta: Jun Märkl, Orquesta Nacional de Lyon, 2010 (Naxos).

  
UN ESTUDIANTE REBELDE

La juventud de Debussy siempre ha estado ligada a esa imagen de rebelde, indisciplinado y mediocre estudiante que odiaba los conservatorios y los métodos de enseñanza. No es totalmente cierto. Debussy fue un alumno brillante en el Conservatorio de París y consiguió altas calificaciones en varias disciplinas, probablemente porque sus profesores no tuvieron más remedio que concedérselas. Lo que sí es cierto es su conducta rebelde y crítica contra un sistema de docencia que él consideraba caduco, con un profesorado ensimismado en la endeble música burguesa parisina y no en la creación artística en cuanto tal. Los enfrentamientos con varios profesores existieron, y con pocos se sintió a gusto. Fue el caso de Lavignac, quien se interesó en seguida por su peculiar alumno, al que le dedicaba horas extras después de las clases.

Tras sus años de estudio y dos intentos, ganó el Prix de Rome de composición, lo que le permitió una estancia de tres años en Villa Medici, institución que acogía a jóvenes artistas. Allí dirá que, con la obligación a cambio de componer, está mejor pagado que un profesor de conservatorio. Transcurrida esta etapa, Debussy no volverá a hablar de sus primeros años.

Debussy en Villa Medici (en el recuadro amarillo).
El del recuadro rojo es el escultor francés Denys Puech.

DESARROLLANDO UN ESTILO PROPIO

Debussy criticará fuertamente la concepción musical existente, aduciendo que, si no fuera por Wagner, estaría poco menos que en el mismo punto. Es al compositor alemán al único que salva de su quema estilística, a pesar de que tuvo algunas dudas acerca de la idoneidad de los planteamientos de éste, si bien su ópera Peleas y Melisande está claramente influida por Tristán e Isolda

En 1889, coincidiendo con el centenario de la Revolución Francesa, tendrá lugar en París una Exposición Universal de gran despliegue. Allí tuvo oportunidad de escuchar diversas musicas exóticas que le servirían de inspiración posterior.

Exposición Universal de París de 1889.
Boulevard Montmartre, de Camille Pissarro (1897).
El barrio parisino fue residencia de Debussy y
cuna del impresionismo.
Para entender la música de Debussy hay que partir de su concepción estilística: un medio para transmitir sensaciones, sin necesidad de sujeción a formas ni reglas. En el impresionismo no hay propiamente melodía, sino motivos aislados al servicio de transmitir esa sensación. El compositor estudiaría y desarrollaría las posibilidades tímbricas de los instrumentos, buscando siempre la suavidad y redonded del sonido. Dada su concepción, no es de extrañar su predilección por la música de cámara y por el piano, si bien existen obras orquestales importantes. Del piano se ha dicho que nunca fue un intérprete extraordinario, pero sí alguien que conocía muy bien lo que quería transmitir.

LOS PRELUDIOS

Los veinticuatro Preludios para piano son un ejemplo característico del estilo de Debussy. El término "preludio" parece usarse a la misma manera que en su momento Chopin había empleado para denominar una serie de composición breves, y no en su sentido técnico de anteceder a una obra. Actualmente se agrupan en dos libros, con doce preludios cada uno, si bien esta distribución obedece a razones de edición. 
Cada uno de estos preludios tiene un título más o menos genérico, pero la particularidad estriba en que se encuentra al final de la obra, como si el compositor ratificase, después de compuesta, la sensación que transmite. No se trata por tanto de descripciones como las que pueda ofrecer un poema sinfónico, siendo más bien una invitación a viajar como en un sueño. Así, el compositor dijo que cuando uno no tiene los medios para pagarse los viajes, debe sustituirlo por la imaginación.

Estas obras fueron estrenadas en el marco de la Nueva Sociedad Musical, una asociación que recogía las nuevas tendencias musicales contrapuesta a la Sociedad Nacional de Música, que acogía a los compositores tradicionales.

LA CATEDRAL SUMERGIDA

La obra de esta semana ocupa el décimo lugar en el primer libro de Preludios y se inspira en una leyenda bretona: en el Mar del Norte existía una bella ciudad llamada Ys. Un enorme dique, con una puerta de bronce cuya llave custodiaba el rey, la protegía de las mareas altas. La hija del rey, caprichosa, incitada por su amado, roba la llave y abre la gran puerta, quedando la ciudad sumergida entre las aguas. Hoy, con aguas tranquilas, puede verse la ciudad en el fondo del mar, y los marineros de Douranenez  escuchan las campanas de su catedral. El mito debía ser popular en la época, pues una ópera de Édouard Lalo se titula El rey de Ys (1888).

Dado que es una obra breve, vamos a escuchar la versión original para piano y la orquestación que, en 2001, realizó Colin Matthews. Este último plasma con la paleta orquestal un sinfín de texturas que puede ser mucho más difícil de descubrir en el original para piano, pero resultará gratificante escuchar cómo aparecen ante nuestros oídos después de haber escuchado la versión para piano.


La obra empieza en total calma, lánguida, como un mar tranquilo. El motivo aparecerá en el compás siete, y en palabras del compositor, pretende crear una bruma sonora. El inicio presenta varios intervalos de quinta paralelos, una de las prohibiciones en los principios clásicos de la armonía, y que aquí contribuye a generar un efecto de ambigüedad. Poco a poco, entre esa bruma, empezamos a escuchar unas campanas (1:44), son las de la catedral. Expuesto en el registro agudo, sonará un carrillón (2:22). El crescendo y acelerando desemboca en el sonido del órgano, grandioso y solemne (2:46). En el climax, podremos contemplar la vieja ciudad sumergida. El compositor desarrollará este motivo derivando un segundo (4:40) hasta que, poco a poco, vamos perdiendo de vista la ciudad entre las aguas (5:40). Una última imagen reflejada en el órgano (5:47), hasta que todo vuelve a la tranquilidad inicial.

Toda la obra va hacia adelante gracias a la progresión de los centros tonales. La utilización de la escala pentatónica, junto con las quintas paralelas, le da el toque de medievalismo exótico.

En la versión orquestada escucharemos todo más claro. Las campanas son campanas y el órgano está encomendado al metal grave. La peculiar sonoridad orquestal que requiere el impresionismo no es fácil de lograr, asentadas las orquestas sinfónicas, por lo general, en el patrón romántico. La Orquesta Nacional de Lyon ha tenido una tradición intachable interpretando a Debussy. Su sonido es de un refinamiento extremo, con cuerda mate y metales pastosos (la entrada del metal grave haciendo el órgano en el 2:18 es extraordinaria). Su director entre 2005 y 2012, Jun Märkl, especializado en el impresionismo, supuso la combinación perfecta para grabar, entre 2008 y 2012, toda la obra orquestal del francés, incluyendo orquestaciones de obras para piano realizadas por amigos del compositor o posteriormente, como la orquestación de los Preludios debida a Colin Mathews. Otros directores prestigiosos desde mediados de siglo XX se han atrevido a esta tarea, pero el incluir las orquestaciones de obras para piano ha supuesto una novedad. Desde este año, Märkl es el director titular de la Orquesta Sinfónica del País Vasco.


ANÉCDOTAS

LA CATEDRAL, SUMERGIDA; LA VIDA PRIVADA, TAMBIÉN (HASTA QUE ALGUIEN SE ENTERA)

Debussy con su primera esposa, Rosalie.
Debussy era muy reservado con su vida privada. Tras volver de Roma en 1887 vivió con una misteriosa mujer cerca de Montmartre, a la que llamaba Gaby la de los ojos verdes. Esta mujer era Gabrielle Dupont, pero nunca se ha sabido nada más de ella, sólo que durante diez años lo cuidó, lo mantuvo e incluso mantenía alejados a los acreedores. Esta mujer desapareció también misteriosamente meses antes de que el compositor contrajese matrimonio con Rosalie Texier en 1899. Nunca se supo más de ella salvo que el pianista Alfred Cortot dijo haberla visto en un teatro de Rusia como trabajadora.

Emma, su segunda esposa.
Su matrimonio con Rosalie duró poco: en 1904 se separó de ella alegando que su voz le helaba la sangre. Se enamoró de Emma Bardac, casada con un banquero. Esto último lo sabemos porque Debussy hubo de enfrentarse por este hecho contra medio París intelectual, que le acusó de interesarse únicamente por el dinero de ésta. El proceso de divorcio duró años.

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