viernes, 12 de febrero de 2016

La rueca de oro de Antonin Dvorak

Antonin Dvorak, de quien ya escuchamos su Concierto para violonchelo, es uno de esos autores de inconfundible estilo, imbuido de esa sonoridad entre la melancolía y el aire festivo que parece esencia de la cultura bohemia. Su obra La rueca de oro, un poema sinfónico compuesto en estos días de 120 años atrás sobre un poema de Erben, nos demuestra el gran sentido teatral del compositor, quien ha quedado asociado a sus sinfonías y su música de cámara.

Lámina de la época.
 FICHA TÉCNICA

Obra: La rueca de oro, op. 109.
Autor: Antonin Dvorak (Nelahozeves, Imperio Austrohúngaro, 1841 - Praga, ibid., 1904).
Año de composición: 1896.
Estreno: El 26 de 1896, por la Orquesta Filarmónica de Londres bajo la dirección de Hans Richter.
Duración: 27 minutos, aprox.
Discografía recomendada: Charles Mackerras con la Orquesta Filarmónica Checa, 2004 (Supraphon).


VUELTA A CASA

Cuando hablamos del Concierto para violonchelo ya dijimos que éste fue la última obra compuesta por Dvorak en América, donde dirigió el Conservatorio de Nueva York. Mes y medio después, el 30 de abril de 1895, nuestro compositor dejaba el continente y regresaba a Praga con su concierto bajo el brazo. Tenía en su haber nueve sinfonías, los conciertos para piano y para violín, música de cámara y obras religiosas, pero aún no había tenido un acercamiento a la música programática propiamente dicha. Es cierto que en obras como Obertura y música incidental para una obra de Samberk o la obertura Mi país, ambas de 1882, existía una idea en el entramado musical, pero no una línea argumental.

En 1896 comenzará su interés por un libro del poeta checo Karel Jaromír Erben: Kyrice z pověsti národních, conocido simplemente como Kyrice, y que bien podrá ser traducido como Miscelánea de leyendas populares. Ahí empezó todo.


ROMANTICISMO CHECO Y LEYENDAS POPULARES

Karel Jaromir Erben (1811-1870), historiador, jurista, escritor y poeta checo fue un polifacético hombre el romanticismo bohemio, que se dedicó tanto a los quehaceres jurídicos como a la defensa de las artes, a la archivística en el Museo Nacional de Praga o a editar un periódico. Su obra literaria rescata y crea leyendas del universo mítico centroeuropeo. La que hemos citado es sin duda la más representativa. Publicada en 1853, contenía doce poemas hasta su reedición con uno más en 1861 y fue el punto de partida para iniciar la composición de un ciclo de poemas sinfónicos: El duende de las aguas, La bruja del mediodía y, en tercer lugar, el que nos ocupa: La rueca de oro. A ella le seguiría un cuarto, La paloma del bosque.

Todas estas obras, no demasiado conocidas, poseen una extraordinaria calidad, pues al exquisito gusto por las melodías se une una teatralidad que podríamos calificar de wagneriana. Habitualmente se ha dicho que las sinfonías de Dvorak son obras que Beethoven no reprocharía formalmente ni Brahms extrañaría armónicamente. Y en este caso, las fanfarrias y la delicadeza de la protagonista, enamorada de un rey e injustamente maltratada, permite trazar cierto paralelismo en caracteres con Elsa y Lohengrin en la ópera homónima de Wagner.

No podemos restarle mérito tampoco a los textos, cuidados poemas que, aunque con final feliz en algunos casos, poseen una violencia que hoy calificaríamos de exagerada por lo desgarrador de las situaciones, llevadas al límite de los sentimientos humanos y que Dvorak traduce musicalmente de una forma un tanto idílica pero trágica.


La rueca de oro en una moneda
de la República Checa.
LA RUECA DE ORO

Esbozo de la obra.
La rueca de oro es el tercero de los poemas sinfónicas que Dvorak compuso en 1896, concretamente entre enero y abril. La composición de estas obras fue relativamente rápida y La rueca estuvo lista en poco tiempo. El 3 de junio se dio una interpretación semipública en el Conservatorio de Praga, con la orquesta de la institución dirigida por Antonin Bennewitz. Bennewitz, violinista y director del Conservatorio, había estrenado el Trío en sol menor de Smetana interpretando la parte de violín y era una persona implicada en las corrientes estilísticas nacionalistas. Curiosamente, Dvorak sería su sucesor al frente de la institución en 1901.

El estreno oficial tuvo lugar en Londres el 26 de octubre, con la Orquesta Filarmónica y Hans Richter a su frente, quien tenía en su haber nada más y nada menos que haber estrenado El Anillo del Nibelungo de Wagner en 1876, cuando contaba con treinta y tres años. Un estreno en Londres que parece no haber pasado desapercibido pues, pese a ser una obra poco habitual en el repertorio del compositor, posee varias grabaciones realizadas con orquestas inglesas, desde la primera de ellas, que se realizó en 1947 con Thomas Beecham dirigiendo a la Royal Philharmonic Orchestra.

Formalmente no responde a ningún patrón específico. Dvorak parece que nos va relatando la historia según aparece en el poema, lo que da lugar a que éste sea el poema sinfónico más largo del compositor y con versiones contrapuestas. Tras el estreno, su yerno, el violinista y compositor Josef Suk, suprimió algunos pasajes con motivos similares con intención de dar mayor coherencia estructural a la obra en detrimento de la narración lineal, lo cual en tiempos recientes se ha visto como un error. Nosotros escucharemos la versión original de Dvorak.


ARGUMENTO




Portada de una edición en alemán
de la obra, con el título en checo debajo.
La historia, como fácilmente puede comprobarse, tiene elementos que recuerdan a cuentos al uso, como Cenicienta o La bella durmiente.

En compás de 2/4 y fa mayor, los violonchelos y los platillos emulan, con gran efectividad, la rueca que gira mientras hila. Dora, una muchacha que vive en una casa en el bosque con su madrastra y hermanastra, está sentada a la puerta, enfrascada con el trabajo de hilar e hilar. Su relación

De repente, se escuchan las trompas de caza. Un joven cabalga con su cortejo y, en palabras del poema, Dora se dice a si misma:


A través del campo abierto,
fuera del bosque,
un noble señor viente montando su negro caballo.
Sus herraduras suenan alegremente,
cabalga solo.

El cortejo se acerca (0:20), se escucha claramente. Dora sigue con la rueca (0:47). El tema del rey se escucha en todo su esplendor (0:54) y después se aleja. Nótese como la rueca sigue en funcionamiento a lo largo de toda la escena, hasta apagarse las fanfarrias (1:13). 

De repente, el joven monarca aparece solo frente a la casa (1:16). Por casualidad o intencionadamente, se ha encontrado con Dora, quien tampoco sabe mucho qué decir, encomendándose el diálogo al corno inglés para la parte masculina y al violín solo para la femenina (1:54). Él se enamora al instante, en un tema en la mayor. El motivo en los clarinetes recuerda a las escenas más íntimas de la posterior ópera Rusalka (1901).

Al instante, el rey pide la mano de la joven (3:40). Aparece la madrastra, quien intenta persuadirle de que escoja a su otra hija, pero éste ya ha decidido, indicándole que se presenten al día siguiente en el castillo. Él y Dora se despiden (5:14) y marcha (5:44). La rueca vuelva a sonar: Dora ha vuelto al trabajo, no puede creerse del todo la situación y piensa que las cosas no son tan fáciles como la voluntad regia cree. Aun así, la imagen del encuentro sigue en su cabeza (6:10).

Su madrastra en realidad es una hechicera que no ve con buenos ojos casar a su hijastra con el rey (6:40), por lo que ella y su hija trazan un plan. Mientras tanto, Dora sigue pensando en el rey hasta que termina el día (8:23). La rueca ya ha dejado de hilar desde hace tiempo.

Al día siguiente, Dora, su madrastra y su hermanastra se ponen en camino hacia el castillo. El bosque es sombrío y espeso, inquietante (8:45), por momentos alegre (9:03). Mientras está distraída, Dora es atacada por las otras dos (9:37). Intenta defenderse, pero sin remedio. Cae muerta (9:58). Madrastra y hermanastra maquinan qué hacer con el cuerpo (10:23). La flauta trae consigo una idea maligna: cortar los miembros para dificultar la identificación del cuerpo y sacar los ojos para hacer con ellos un encantamiento por el cual la hermanastra adquiera la apariencia de Dora. La madrastra pone en práctica sus artes oscuras (11:15) y da resultado. Todo se desarrolla sin solución de continuidad hasta la boda (11:39).

Tras la boda, le sigue el festejo (12:13), a ritmo de danza eslava (Furiant). El rey, permaneciendo ajeno al engaño, ha de abandonar el castillo para acudir a la batalla, con gran estruendo (13:00). Todo se queda tranquilo.

Mientras tanto, en el bosque (13:33), un viejo mago ha encontrado el cuerpo mutilado de Dora y no le resulta difícil deducir lo que ha pasado: ella era la auténtica prometida del rey (14:20) y pone todos sus medios en marcha para restablecer la situación. Escuchamos la declaración de amor del rey en el corno inglés (14:58), pero no en el violín. Es la flauta, la misma que antes proclamó el encantamiento, la que contesta.

Volvemos al castillo (15:13). Allí un misterioso paje ha pedido hablar con la madrastra y la hermanastra. Quiere enseñarles un bello artilugio: la rueda de una rueca de oro. Ambas quedan asombradas y preguntan por el precio, a lo que el paje contesta que unos brazos humanos. Ambas, despreocupadas, le entregan los de Dora y prueban la rueda, la cual gira perfectamente (16:16), aunque lo hace como si algo guardara en su interior.

El paje marcha al bosque. Realmente cumple órdenes del mago, quien le ha mandado recuperar las partes que faltan. Una vez que tiene los brazos, empieza a trabajar (16:55). Se repite la operación por segunda vez y otra parte de la rueca es entregada a cambio de unas piernas humanas. La rueca sigue siendo igual de misteriosa que la primera vez (17:58). El mago sigue trabajando (18:31).

Por tercera vez se repite la operación, a cambio de unos ojos humano. La rueca completa gira (19:28) con un halo inquietante y misterioso.

El mago ya tiene todos los elementos (20:28) y, poco a poco, consigue hacer regresar a la vida a Dora, que despierta en el solo de violín (20:59).
Un grabado de la época: el rey y Dora
pueden finalmente estar juntos.
Los lobos, en la parte inferior,
recuerdan el funesto destino de la
madrastra y su hija.

El rey regresa de la batalla (21:32) y entra solemnemente (22:06). Saluda a su mujer y, de repente, se encuentra con rueca de oro (22:47). La hermanastra dice que es un regalo que le han hecho en su ausencia y el monarca, lleno de curiosidad, pide que teja un hilo de oro. Ella se pone a la tarea, pero ahora la rueca no sólo desprende el sonido de antes, sino que relata los engaños de la madrastra y su hija (22:58). Así, escuchamos el relato del asesinato (23:08). La voz que sale de la rueca gana volumen (23:41) y es imposible acallarla. El rey entra en cólera ante lo que escucha (24:12). Expulsa a ambas del castillo, quienes huyen al bosque, donde son perseguidas por los lobos.

De repente, aparece el mago, quien trae a Dora (24:32) en un tema de sonoridades casi fílmicas. Se repite el tema amoroso (25) y toda la tragedia se diluye en dulce tranquilidad, con un último solo del violín (25:34). La cuerda lo expone en un crescendo que concluye en un clímax triunfal. La alegría es general (26:59).



ANÉCDOTAS

UN TEMA RECURRENTE


La historia de la rueca de oro ha calado en el acervo popular de la República Checa. En 1972 se estrenó en el Teatro Semafor de Praga un musical con texto de Jirí Suchý y música de Ferdinand Havlík. 


Una escena del musical: el paje entrega el remate de la
rueca a unas deseosas madrastra y hermanastra.

En el año 2000 se estrenó una película titulada Kytice dirigida por el director checo F. A. Bravec y que en el mundo anglosajón se tradujo como Wild Flowers (Flores salvajes). Literalmente, kytice se traduce como bouquet, galicismo que a su vez puede traducirse como "ramo", si bien un servidor ha preferido no emplear una traducción literal y ha hablado de "miscelánea".

Esta película adapta siete poemas de la obra de Erben, entre ellos La rueca de oro. Gozó de buena recepción, pero la crítica calificó la dirección de actores como excesivamente lineal. Aquí puede verse el trailer de la película: